martes, 5 de abril de 2016

Crónica de la Convocatoria en Cádiz por el Día de Acción Contra las Privatizaciones de la Federación Sindical Mundial



En la mañana del sábado 2 de abril se desarrolló en la localidad de Jerez de la Frontera el acto que la CTA Cádiz había promovido para informar sobre las razones de la FSM para convocar este Día Internacional de Acción Contra las Privatizaciones en la sede de la Asociación de Vecinos del Pago de San José, a los que les agradecemos la posibilidad de contar con su sede, para también poner en común las consecuencias negativas de las privatizaciones, y conocer las experiencias de lucha contra las mismas en nuestra provincia.



La jornada comenzó con la presentación, a cargo de nuesto delegado sindical en el Hospital de Jerez, con el siguiente contenido:

¿Qué es la Federación Sindical Mundial?

* La Federación Sindical Mundial (FSM) es una federación internacional de sindicatos fundada el 3 de octubre de 1945 en París.

* Es la segunda organización sindical internacional más antigua y fue fundadora de la Organización Internacional del Trabajo (OIT). En la actualidad cuenta con 92 millones de miembros en 126 países.

* Se caracteriza por su fidelidad al movimiento sindical clasista y por su lucha contra el capitalismo y el imperialismo y por combatir internacionalmente toda forma de dominación, servilismo, explotación y opresión, al mismo tiempo que fomenta el desarrollo socioeconómico y la solidaridad entre todos los trabajadores y trabajadoras. Su vocación última es conseguir una sociedad sin explotación del ser humano por el ser humano.

* A lo largo de su historia ha sido protagonista en las luchas contra el apartheid, contra el racismo, la lucha contra el colonialismo, contra la política de los gobiernos de EE.UU., la OTAN, Israel y sus aliados y contra la barbarie capitalista en todos los rincones del mundo.

* La FSM siempre se ha mantenido a la vanguardia en la conquista de todos los derechos laborales y sindicales.

* La FSM representa al verdadero sindicalismo de clase, el único que se enfrenta al capitalismo, ya que cumple con las siguientes características: es de clase, independiente, democrático, representativo, asambleario, participativo, unitario, de lucha, sociopolítico e internacionalista. Con todo esto y con la coordinación de la lucha de clases con dimensión nacional, estatal e internacional, se crean las posibilidades de que el sindicalismo ayude a acabar con la lacra del capitalismo.

* Y es que para el sindicalismo de clase destruir el capitalismo es el principal objetivo.


¿Qué es la Federación Sindical de Clase?

En primer lugar, hay algo esencial, y es que hay que desenmascarar a los traidores de la clase trabajadora, a los que han convertido al sindicalismo en una mafia. A los que responden a los intereses de los dueños de los medios de producción antes que a la clase trabajadora. A los sindicatos reformistas que rechazan las acciones coactivas y simpatizan o empatizan con el sistema político-económico en lugar de tener una actitud combativa frente al mismo.

Pero, siempre, en la base sindical hay luchadores y luchadoras sindicalistas de clase que no se dejan corromper ni comprar ni domesticar por el capitalismo. Gracias a ello sigue viva la lucha.

Con esos antecedentes y con el objetivo de avanzar en el proceso de recuperación del sindicalismo de clase, de coordinar luchas e intercambiar experiencias, de sumar, en fin, capacidades y conocimientos la Coordinadora de Trabajadores de Andalucía (CTA) y la Central Sindical Unitaria de Extremadura (CSU-Extremadura) deciden crear la Federación Sindical de Clase (FSC), que a su vez es miembro de la FSM. Surge ante la idea de que para regenerar el sindicalismo hace falta tener una visión que vaya más allá de la propia empresa en la que el sindicalista está trabajando y más allá de las luchas concretas. Es necesario tener clara la realidad en su conjunto, tener clara la existencia de la lucha de clases en toda su dimensión. Surge, por tanto, para recuperar el sindicalismo de clase, combativo, honesto, solidario y democrático. Un sindicalismo a la ofensiva. Un sindicalismo sin anclajes en el poder. Un sindicalismo independiente del Estado y del poder empresarial. Un sindicalismo más militante, más internacionalista, más eficiente, y consciente de que las conquistas solamente se logran con la lucha organizada. La FSC es, por tanto, una organización social puesta al servicio de la clase trabajadora, para que ésta no sea pisoteada.

¿Por qué se organiza esta jornada de lucha contra las privatizaciones?

La situación de la clase trabajadores en todos los continentes va empeorando hasta límites dramáticos.

El derecho de las ocho horas de trabajo estable y seguro, el derecho de la negociación colectiva sectorial y nacional, el derecho de huelga, el derecho a la seguridad social y de pensiones, el derecho a la educación pública y la salud se encuentran en el epicentro del ataque lanzado por el FMI, el Banco Mundial, la Unión Europea y los gobiernos que los apoyan. Además, los sindicalistas y la clase trabajadora sufren cada día más la represión y las agresiones del capitalismo y de sus lacayos.

Inicialmente, el ataque privatizador se desencadenó en los sectores estratégicos de la economía y el desarrollo, tales como la energía y las comunicaciones, donde la privatización representó la transferencia de monopolios estatales a grandes monopolios empresariales, con la acumulación de colosales ganancias para sus accionistas, en su mayoría extranjeros. Además, ello supuso, al mismo tiempo, que las poblaciones sufrieran un aumento de las tasas de los servicios, la reducción de la cobertura de los mismos y el deterioro de su calidad.

Y ahora vienen a usurpar las funciones sociales del Estado, a robarnos lo que más necesitamos. Gracias a que tienen a los gobiernos a su servicio, el capitalismo está consiguiendo la privatización de la salud, la educación y la Seguridad Social; con la citada complicidad de los gobiernos, están provocando una degradación deliberada de estos servicios esenciales, a través de: cortes progresivos sustanciales en sus presupuestos; el cierre
de escuelas, hospitales, centros de salud y otros servicios basados en la comunidad; de la proliferación de los llamados centros de educación concertados sostenidos con fondos públicos, con la desatención de una forma descarada a la escuela pública (pésimas infraestructuras y escasez de dotación económica y de medios); los drásticos recortes en beneficios sociales proporcionados a la clase trabajadora y a los sectores más débiles y vulnerables de la sociedad: pensionistas, infancia, jóvenes, personas dependientes y ancianos, etc.

El deterioro de las funciones sociales del Estado tiene el único propósito de la privatización. Los gobiernos que aprietan, que recortan los recursos humanos y materiales financieros en la salud y en la educación, que comprimen beneficios, son los mismos que dicen que los servicios públicos no son sostenibles e incapaces de responder a las necesidades de las personas. A continuación, los entregan al capital privado. El Estado queda reducido a lo mínimo: a la caridad y a la ayuda, es decir, a aquello que no es rentable para el capital.

Con solo imaginar que las dos terceras partes de la población mundial apenas si sobrevive con sus pequeños ingresos económicos, que apenas tienen para alimentarse, que las grandes mayorías carecen de los servicios básicos fundamentales para una vida digna, y pensar que muy pronto el agua, por ejemplo, podrá llegar a comercializarse como si se tratara de un producto suntuario al que solo pueden acceder los ricos. O imaginar, por ejemplo, lo que conducirá el que se impida a gran parte de la población el acceso a la asistencia sanitaria, ya que se le está poniendo precio a nuestra salud, porque los servicios privatizados son más costosos y menos accesibles para la gente. Con solo imaginar todo esto ya es más que suficiente para levantarse y decir ¡basta! El cáncer neoliberal corroe implacablemente las entrañas de nuestra sociedad, y el único tratamiento está en manos de la clase trabajadora. Si al cáncer hay que plantarle cara y nunca ignorarlo, ante la barbarie capitalista hay que actuar de la misma forma.

El movimiento sindical de orientación de clase, profundamente comprometido con la lucha de los trabajadores para defender sus derechos y los servicios públicos, juega un papel vital contra el avance del capital en general, y contra las privatizaciones en particular. Los propietarios de los medios de producción, utilizando todos los instrumentos a su disposición, harán todo lo posible para profundizar en la explotación de la clase trabajadora, pisoteando los logros y las libertades de las personas, para seguir dominando y lucrándose gracias al trabajo ajeno.

Le siguió la Coodinadora del Agua de Jerez que expuso las razones por las que está luchando, e informó tanto del trabajo realizado recientemente como de los planes más inmediatos, como el que una Comisión Especial de esa coordinadora está estudiando y elaborando un proyecto de difusión y preparación de formadores del agua urbana para activar una potente campaña, que contrarreste el silencio y la negación a lo que está sometida, “tenemos que articular una campaña, de forma que lleguemos a todos los rincones de la ciudad, para que Jerez se entere de la verdadera realidad que supone que un recurso, un derecho reconocido por la ONU, esté en manos de los mercados.

Durante su intervención se proyectaron algunos videos que podeis encontrar en los siguientes enlaces:






Tras esta el desarrollo de lo expuesto por la Coordinadora del Agua de Jerez se abrió un nutrido turno de plabaras en el que se abordaron diferentes problemáticas relativas a las privatizaciones de los servicios públicos, centradas principlamente en la cuestión de las aguas municipales, con ejemplos de Jerez, Sanlucar de Barrameda, San Fernando, Medina Sidonia, Benalup-Casas Viejas, Barbate o el Puerto de Santa María.



Un enriquecedor debate que propicio que afloraran también cuestiones a la gestión del “agua en alta”, en la que los compañeros de la Sección Sindical de la Consejería de Medio Ambiente y Ordenación del Territorio en Cádiz pudieron aportar informaciones sobre la problemática que tienen, muy variada, y que no rerpoduciremos aquí, aunque si dejamos un enlace a un documento que se entregó en Septiembre del pasado año a la portavoz de Medio Ambiente del Partido Popular tras unas declaraciones sobre el PLAN INFOCA que aparecieron en prensa:


Aunque no existió tiempo material para abordar las cuestiones relativas a los efectos de las privatizaciones en el ámbito de la Sanidad, reproducimos integramente el documento elaborado por nuestros compañeros del SAS, para esta ocasión:

Kant escribió: “La humanidad misma es una dignidad, porque el ser humano no puede ser tratado como un simple medio, sino siempre, a la vez, como un fin; y en ello, precisamente, estriba su dignidad”. El capitalismo, haciendo gala de su ausencia total de valores éticos, trata al ser humano como un medio para obtener beneficios.
La salud no tiene precio, pero el capitalismo se lo ha puesto. Basta con analizar, vivir o padecer lo que los servicios sanitarios ofrecen para percibir la falta de equidad y de justicia imperantes.

La atención sanitaria surgió como un derecho en la mayoría de los países europeos, tras la II Guerra Mundial, respondiendo a varias razones: la necesidad de mantener sanos a los sectores obreros para garantizar la producción; la existencia de un amplio movimiento obrero organizado que presionaba para conseguir mejoras; la enorme influencia de la URSS, sin la cual los derechos económicos y sociales no estarían incluidos en la Declaración Universal.

El llamado “estado del bienestar” está siendo liquidado y todo apunta a una profundización de la crisis y al incremento de las desigualdades (la riqueza cada vez se concentra en menos manos y aumentan la pobreza y la exclusión); a la destrucción de empresas con un incremento incesante de los parados.
Les resulta más barato producir en otros países donde están aplicando condiciones de semiesclavitud del siglo XIX en pleno siglo XXI.

En toda Europa, gobiernos de diferente color están aplicando las mismas políticas: desmantelamiento de los sistemas sanitarios y privatización de sus partes rentables, medidas que traen consigo un exterminio silencioso de trabajadores y trabajadoras, así como de las capas populares.

La política sanitaria neoliberal ha transformado la salud de la gente en una mercancía de la que obtener beneficios. El ataque a los sistemas sanitarios públicos en toda Europa y la política de privatizaciones de los servicios está de hecho impidiendo a muchas personas el acceso a la asistencia sanitaria.

La salud es una necesidad básica y un derecho de todo ser humano. El no poder acceder a los servicios sanitarios de forma óptima y equitativa puede determinar, incluso, la diferencia entre la vida y la muerte. De ello se deriva que la mercantilización de la salud es un acto criminal e inmoral. El capitalismo, en su búsqueda insaciable del beneficio económico, no duda en limitar el acceso a los recursos sanitarios. El capitalismo considera que la sanidad pública es una rémora para la economía, que influye en la crisis del sistema y, por ello, ordena recortar presupuestos y privatizar servicios. Para el capitalismo la ética de la equidad no existe, todo es mercancía.
A muchas personas, cada vez más, no les queda otra medicina que la esperanza, salvo que tengan medios económicos suficientes para costearse una asistencia privada.
Por ejemplo: los más débiles como los ancianos y enfermos crónicos, no les queda otro remedio que esperar dentro de una lista interminable (muchos mueren esperando).

En los esquemas ideológicos de la sociedad neoliberal no hay sitio para los ancianos, los enfermos crónicos o los terminales, pues han dejado de ser individuos productivos a nivel laboral. Para el capitalismo la muerte social precede a la física, y ocurre cuando el ser humano se ha vuelto inútil como productor y como consumidor. Cuando una persona ha dejado de ser “útil” para los intereses del Sistema, se la excluye y se la olvida. El aislamiento y el abandono son los premios por toda una vida de trabajo o de contribución a la sociedad.

Nuestro país obedece sumisamente las directrices que emanan de las agencias financieras supranacionales. En nuestra sanidad se están introduciendo continuamente reformas parciales con la excusa de mejorar el rendimiento; pero cuyo objetivo es mercantilizar los servicios sanitarios. El deterioro del sistema público es cada vez más visible, ya que se están primando las razones gerenciales y la rentabilidad económica sobre la rentabilidad social, humana y asistencial.

La asistencia es cada vez más deficiente en los servicios más básicos, lo cual conduce a unidades de urgencias y hospitales masificados o a enfermos terminales obligados a sufrir y morir inmersos en la fría estructura de un hospital, pudiendo pasar sus últimos días en su domicilio si la asistencia en el mismo fuera la adecuada, la cual también es escasa o nula para muchos seres humanos con enfermedades degenerativas y crónicas que son cuidados en sus domicilios por algún familiar que soporta el importante gasto económico y humano que supone atender a personas incapacitadas…

En la sanidad, la privatización avanza de forma implacable y, a menudo, encubierta; nuestra salud, hipotecada y puesta al servicio del enriquecimiento de empresarios y gestores sin escrúpulos. Ejemplos de la vocación privatizadora de la sanidad pública son: los intentos de privatizar aquellos sectores sanitarios que más rentabilidad producen al capital; los, cada vez más frecuentes, centros sanitarios con la denominación de empresas públicas con una gestión privada, pero mantenidas con capital público, o la generalización de las llamadas Unidades de Gestión Clínica, que esclavizan al personal que en ellas trabajan y, también, los múltiples conciertos con hospitales ajenos a la red pública, los cuales, mediante la explotación laboral y la reducción cruel de gastos (cuidados mínimos), tienen el claro objetivo de enriquecer a sus propietarios. Igualmente, en el mismo sentido, hay que soportar las continuas amenazas de la necesidad de la financiación de la atención sanitaria por los mismos usuarios, con lo cual se pretende priorizar a las personas por recursos económicos. También, al fomentar la autonomía hospitalaria se tiende a priorizar la reducción del gasto sobre la mejora de la salud. Otros hechos importantes son la privatización de servicios no sanitarios en los hospitales públicos (vigilancia, hostelería, mantenimiento…) y la deriva de pacientes a clínicas privadas, auténticos parásitos del sector público, para pruebas diagnósticas y tratamientos, todo financiado con fondos públicos. Por último hay que reseñar que esta lógica privatizadora impide una investigación independiente, dado que está sujeta a los intereses de las multinacionales, es evidente la falta garantía que ello genera. Ante esta realidad, da la impresión de que hablar de sanidad pública sea cada vez más, en cierta forma, pura retórica, ya que quien más recursos económicos tenga, mejor asistencia va a tener. Cada vez se hace más evidente que hay una medicina privada para las clases pudientes y un sistema público masificado para las clases populares.

Andalucía es un ejemplo palpable de esa obediencia ciega a los dictados del capital. Andalucía lidera los recortes en la sanidad y es la comunidad autónoma que menos dinero destina a sanidad por habitante. El brutal descenso en los presupuestos sanitarios de la Junta está provocando la disminución de las camas hospitalarias, el aumento de las listas de espera, urgencias saturadas, cierres de plantas y de quirófanos, reducción de horarios en las consultas, la disminución de las infraestructuras sanitarias, la bajada de más del 43% en seis años en las prestaciones complementarias y farmacéuticas, la pérdida de miles de puestos de trabajo en el Servicio Andaluz de Salud (SAS), la suspensión de derechos adquiridos y la bajada de la calidad en el empleo en la sanidad pública (el 32% de la plantilla tiene contratos temporales). La precariedad, la temporalidad y la escasez de personal, que obliga a trabajar en jornadas laborales prolongadas (con los perjuicios que ello supone para la salud laboral y la calidad de los cuidados). Además, el gasto privado en sanidad de los hogares ha subido un 15% (copagos y seguros privados). Andalucía, además, es pionera en la privatización de la sanidad en España. Andalucía es la comunidad autónoma con menos camas en hospitales públicos por cada mil habitantes. La Consejería de Salud de la Junta de Andalucía mantiene conciertos con 17 centros hospitalarios privados de toda la comunidad. Otros catorce hospitales son gestionados por empresas públicas, un modelo de gestión directa por el que se crean entidades sujetas al derecho privado; se trata de un modelo que, aunque distinto a la privatización, se acerca a la gestión empresarial privada. La asistencia en tales centros sostenidos con dinero público es derivada a los centros públicos genuinos en cuanto puede reportar un gasto extra y mermar sus beneficios. Andalucía privatiza la sanidad a través de conciertos, externalización de servicios y la venta de acciones. Las prestaciones y labores en los hospitales de la Junta de Andalucía se privatizan a diario. Las subcontratas de las contratas con empresas privadas están a la orden del día. Hay una tendencia acelerada a la privatización de la cartera de servicios de los hospitales públicos (limpieza, cocina, seguridad, mantenimiento, pruebas de diagnóstico por imagen, laboratorio y análisis clínicos, terapias respiratorias, hemodiálisis, tratamientos, terapias e intervenciones quirúrgicas). Los gerentes perciben cifras de productividad astronómicas por su eficiente gestión, que favorece el negocio de las privatizaciones. Mientras, las personas mueren en las salas de espera de las Urgencias o en los pasillos de los hospitales sin intimidad, sin dignidad, sin libertad y con la voluntad secuestrada. Cada vez que se concierta se privatiza una parte de la sanidad andaluza y, también, ello supone una desviación de los fondos públicos necesarios para crear o terminar equipamientos sanitarios públicos o para mejorar la calidad y la eficiencia. La sanidad andaluza camina, pues, hacia un modelo con menos profesionales, menores recursos, pésima atención, peor calidad asistencial y peor funcionamiento.

Las privatizaciones no se frenan votando, sino luchando. En las luchas no es posible delegar en nadie. La salud es un derecho, no un negocio. Solo nosotros mismos podemos defendernos y devolver al pueblo lo que es del pueblo. Cada lucha que emprende la clase trabajadora recuerda a los capitalistas que no son ellos los verdaderos amos.


Queremos agradecer a todos los asistentes su participación, que esperamos les haya sido tan de provecho como a nosotros, y les emplazamos a seguir informandose y luchar por sus intereses como trabajadores y trabajadoras.

¡POR UNOS SERVICIOS PUBLICOS DE CALIDAD Y EXENTOS DE CLIENTELISMOS POLÍTICOS!


¡UNIDOS SOMOS FUERTES, ORGANIZADOS INVENCIBLES!



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