El 2 de septiembre tuvo lugar una reunión remota entre la Federación Sindical Mundial y el quipo de transición del recién elegido Director general de la OIT. La delegación de la FSM estaba encabezada por el Secretario General de la FSM, Pambis Kyritsis, los Secretarios Adjuntos de la FSM, Sricumar, George Peros.
La delegación de la FSM debatió con el equipo de transición de la OIT varias cuestiones relacionadas con el papel de la OIT y los intereses de la clase trabajadora. Asimismo, publicamos la posición dada por la FSM sobre las cuestiones planteadas por las preguntas del equipo de transición de la OIT:
Preguntas para guiar la conversación
- A menudo se dice que los interlocutores sociales no participan suficientemente en los Programas de Trabajo Decente por País y en los marcos estratégicos de las Naciones Unidas que definen las prioridades a nivel nacional. ¿Está de acuerdo con esta afirmación y, en caso afirmativo, qué apoyo debería prestar la OIT a los interlocutores sociales para invertir esta tendencia?
Nuestra evaluación es que, por regla general, las posiciones y aspiraciones de los trabajadores están infrarrepresentadas o incluso excluidas en la elaboración de programas supuestamente destinados a promover el trabajo decente. En la gran mayoría de los países, los mecanismos institucionalizados que existen reproducen de hecho la representación descaradamente desproporcionada de los intereses de clase de la sociedad también a este nivel. Es, por supuesto, obvio que las organizaciones empresariales y los representantes de los grandes intereses económicos tienen muchas otras formas de influir o iniciar las decisiones y políticas gubernamentales.
En un segundo nivel, encontramos discriminación, obstáculos y violaciones del principio de representatividad también con respecto a las diferentes corrientes dentro del movimiento sindical. La representación de los trabajadores es en muchos casos distorsionada y antidemocrática y no refleja la voluntad verdadera de los trabajadores. Un ejemplo indicativo a nivel internacional es la discriminación de la FSM y la monopolización de la representación de los trabajadores en el seno de la OIT por parte de la CSI que, aunque sólo representa a una parte de los sindicatos, se presenta e institucionaliza como representante único y universal de los trabajadores.
- ¿Qué retos ve en la promoción del diálogo social, incluida la contratación colectiva? ¿Es suficiente el apoyo prestado por la OIT para afrontarlos? En caso negativo, ¿qué medidas adicionales consideraría necesarias?
En cuanto a la negociación colectiva, está claro que en los últimos años su papel en la configuración de las condiciones de empleo de los trabajadores ha disminuido drásticamente. El ataque neoliberal de las últimas décadas con el pretexto de la “competitividad” y la “libertad de mercado y comercio” y la globalización capitalista neoliberal en las condiciones que ha puesto en marcha tienden cada vez más a desregular las relaciones laborales y convertir la mano de obra en una mercancía común que se vende y se compra sin ninguna regulación y protección mediante convenios y contratos laborales fruto de la negociación colectiva.
La nivelación y el debilitamiento de los convenios colectivos con contratos personales, la continua promoción y legalización de las llamadas formas “flexibles” de trabajo, las privatizaciones, la tercerización, el teletrabajo, la anulación de los derechos laborales a través de la llamada “contratación de servicios” son algunas de las formas que adopta el ataque del capital a los derechos laborales y a los convenios colectivos. Es evidente que los convenios de la OIT que se han establecido para proteger el derecho de sindicación y de negociación colectiva son ahora, en muchos casos, decorativos. Este derecho ya no se cuestiona sólo a través de intervenciones represivas autoritarias, sino también a través de los procesos de competencia capitalista despiadada que se visten con el manto del “libre mercado” y la supuesta modernización.
Otro parámetro que también socava la negociación colectiva es la continua deriva hacia prácticas que sustituyen la auténtica negociación colectiva por un “diálogo social” flácido y sospechoso, que en la mayoría de los casos se hace para legitimar decisiones predeterminadas, lejos de los trabajadores y sus intereses de clase. En la mayoría de los casos, este tipo de “diálogo social” está manipulado por los gobiernos, que también son capaces de “seleccionar” como interlocutores a las fuerzas del movimiento sindical que están dispuestas a participar en este juego.
La FSM considera que en estas circunstancias, si la OIT quiere desempeñar el papel para el que fue creada y mantener su credibilidad e historia, debe iniciarse un debate sustancial y estructurado para reevaluar tanto el contenido de los contratos que se refieren a la salvaguardia del derecho de sindicación como la negociación colectiva, así como los convenios relativos a la protección de los representantes de los trabajadores y al derecho de acción sindical, siendo el derecho de huelga el dominante.
Este debate debe incluir las medidas y los mecanismos a través de los cuales se controlará y se hará cumplir la aplicación práctica de estos derechos.
La FSM está dispuesta a participar en un proceso de preparación de dicho debate, siempre que se base en principios y respete la historia y el prestigio de nuestra Federación, que es la más antigua del mundo y que ha contribuido de forma sustancial a la creación de los convenios fundamentales de la OIT.
- ¿Cuáles considera que son las áreas prioritarias para el desarrollo de la capacidad sindical?
La primera y principal prioridad debería ser el establecimiento claro de un principio vinculante para todos los Estados que adopten los convenios fundamentales de la OIT, que el convenio colectivo de trabajo es la forma básica de configurar las condiciones de empleo a nivel local, sectorial y nacional, y es legal, institucional y moralmente superior a cualquier forma de contrato o “acuerdo” personal.
La aplicación de este principio contribuirá a la revalorización del papel de la negociación colectiva y, por tanto, al desarrollo de la capacidad de los sindicatos.
Para que la negociación colectiva sea libre, hay que condenar toda forma de represión y criminalización de la actividad sindical y garantizar plenamente y sin ambigüedades las libertades sindicales y el derecho de huelga.
Los ámbitos que conforman lo que la FSM define en las condiciones actuales como la satisfacción de las necesidades modernas de los trabajadores son los siguientes:
- Trabajo estable y permanente para todos, regulado por convenios colectivos.
- Abolición de toda forma de discriminación en el empleo por razón de color, sexo, religión u origen. Combatir la xenofobia y el racismo y fomentar los valores de solidaridad e internacionalismo.
- Defender la igualdad y la equidad de las mujeres en el trabajo en todas sus formas y niveles.
- Mejora continua de las condiciones de salud y seguridad en el trabajo con la participación de los trabajadores y sus representantes.
- Sindicatos masivos, activos, democráticos y clasistas, libres de burocracia, elitismo, arribismo y corrupción.
- La participación en las luchas sociales más generales por la mejora de las condiciones de vida y de trabajo, por una educación pública gratuita para todos, por una vida digna para los jubilados y las personas mayores, por el derecho de acceso a los bienes culturales y espirituales, por un tiempo de ocio creativo, por un entretenimiento y un descanso de calidad.
- Defender la paz y el derecho de los pueblos a elegir el camino y la forma de su desarrollo sin intervenciones ni chantajes imperialistas.
- El Director General electo pretende establecer una Coalición Mundial por la Justicia Social para que la justicia social sea una prioridad en la elaboración de políticas nacionales y mundiales, en la cooperación al desarrollo y en los acuerdos financieros, comerciales y de inversión. ¿Cuál cree que debería ser el objetivo de esta coalición y con qué organizaciones debería trabajar la OIT?
A pesar de los eslóganes y las elevadas declaraciones, así como de los lujosos envoltorios con los que se han revestido en los últimos años, una serie de medidas antipopulares y antilaborales promovidas a nivel mundial en el marco de la reestructuración neoliberal de las economías y las sociedades es ya un hecho innegable que las desigualdades sociales, tanto a nivel interno de cada sociedad nacional como a nivel global entre las distintas regiones del planeta, se han incrementado de forma espectacular. Los sujetos sociales que experimentan la injusticia social son, por regla general, los trabajadores y las capas populares sometidas a la explotación social y laboral. Incluso en los grupos sociales que experimentan desigualdades y dificultades por razón de género, edad, etc., el problema afecta principalmente a las mujeres, a los jóvenes, y en general de los estratos populares.
Por extensión, la reducción de la injusticia social no puede lograrse sólo a través de las acciones y la lucha conscientes de las organizaciones que representan a quienes están sometidos a la opresión social. Ni el eslogan de la OIT de “trabajo decente”, ni otros eslóganes, como los de la Unión Europea incluidos en el Tratado de Maastricht, de que la llamada integración europea traería el pleno empleo con “puestos de trabajo de calidad para todos” han conseguido nada para cambiar la dura y obviamente injusta e impopular realidad que viven los trabajadores en la vida y la práctica diaria.
Tampoco serán efectivas las nuevas consignas, expresión de deseos e intenciones únicamente, si no van acompañadas de medidas concretas que limiten la explotación y la impunidad de los capitalistas y promuevan un cambio en la correlación de fuerzas entre el capital y el trabajo.
Tenemos claro que donde debe centrarse cualquier forma de acción que tenga como objetivo real la reducción y eliminación de la injusticia social es en las cuestiones que ya hemos enumerado en nuestra declaración anterior. Y para que ese esfuerzo tenga éxito, es necesario el apoyo institucional y político de las organizaciones que representan los intereses de clase de los trabajadores. Siempre a través de procedimientos transparentes, justos y representativos, que garanticen una participación democrática real y no una apariencia de democracia.
- ¿Cree que la promoción de la ratificación y aplicación de las normas internacionales del trabajo es suficiente? ¿Podría mejorarse?
El grado de promoción de la ratificación o aplicación de los convenios de la OIT está en función de la correlación de fuerzas social y de clase. En nuestra opinión, por una serie de razones, el equilibrio de poder en las últimas décadas se ha vuelto más difícil para los trabajadores y sus intereses que en las primeras décadas de existencia de la OIT. Es evidente que a diario se dan casos de violaciones de diversos convenios por parte de los Estados que los han ratificado, e incluso de violaciones de principios fundamentales cuya aplicación es una obligación para todos los Estados miembros. También es obvio que las consecuencias de la violación o no ratificación de los convenios para los Estados y los empresarios no son sustanciales, teniendo en cuenta que se perpetúan enormes beneficios económicos con la violación de los derechos fundamentales.
Reiteramos la posición de que la forma más significativa y eficaz de promover la ratificación o aplicación de los acuerdos es cuando los propios trabajadores, de forma colectiva y organizada, tienen el poder de garantizar su aplicación en la práctica. Numerosos estudios – incluyendo una serie de informes de la OIT – indican la innegable relación proporcional entre el trabajo desregulado y las altas tasas de desempleo, así como las bajas tasas de sindicalización. Por lo tanto, la mejora más esencial para la aplicación práctica de los convenios, el respeto del acervo y la promoción de los intereses de los trabajadores es acabar con la obstrucción y la represión de las libertades e iniciativas sindicales en el lugar de trabajo y en la sociedad. Esta es la dirección en la que debe centrarse todo aquel que esté realmente interesado en aplicar normas laborales eficaces.
- Reforzar el sistema de control de la OIT forma parte del objetivo de la iniciativa normativa de consolidar el consenso tripartito sobre un sistema de control autorizado. ¿Qué medidas son necesarias para lograrlo?
Dado que en su raíz los intereses entre trabajadores y empresarios son opuestos y conflictivos, cualquier acuerdo a cualquier nivel para que sea justo y positivo para la parte más débil, que son los trabajadores, depende de la correlación de fuerzas de clase. Tenemos claro que el sistema de supervisión existente no protege eficazmente a los trabajadores, e incluso los acuerdos positivos que se acuerdan a nivel nacional o internacional se violan en la práctica repetidamente. Sobre esta base, el “consenso tripartito” funciona en la mayoría de las veces como un mecanismo para legitimar las correlaciones negativas en detrimento de los trabajadores.
Para que cualquier medida de control sea eficaz a la hora de supervisar y hacer cumplir los derechos laborales fundamentales y las obligaciones del gobierno/empresa hacia los sindicatos y los trabajadores, es necesario que haya una participación efectiva e institucionalizada de los representantes de los trabajadores en los mecanismos de supervisión y aplicación, así como herramientas fiables para facilitar el papel de estos mecanismos.
Un requisito previo para que estos mecanismos reciban apoyo y desempeñen un papel significativo es la transparencia en su funcionamiento y su composición democrática y representativa sobre la base de la representación proporcional de los trabajadores y los sindicatos, al margen de las interferencias gubernamentales y patronales.
- ¿Hay alguna otra cuestión que le gustaría compartir con el equipo de transición?
La Federación Sindical Mundial es la federación sindical internacional más histórica, con una contribución inestimable para los trabajadores dentro y fuera de la OIT. El refuerzo del papel y la presencia de la FSM en los procesos de la OIT redunda sin duda en la mejoría de las condiciones de trabajo y de vida de los trabajadores, que es uno de los objetivos declarados de la OIT.
Sin embargo, creemos que el tratamiento que la OIT ha dado a la FSM hasta la fecha no se corresponde con el alcance de una federación mundial que representa a más de 105 millones de trabajadores en 133 países de los 5 continentes.
Resulta paradójico que la propia OIT, que es una organización obligada a respetar los principios fundamentales de la democracia, la representación y la transparencia y que ha adoptado convenios que se supone que protegen estos principios, no los respete ni los aplique.
La FSM nunca aceptará un status quo que desgraciadamente se sigue imponiendo y que permite, con el apoyo de la mayoría de los Estados y de las organizaciones patronales, que una sola organización internacional pueda monopolizar efectivamente la representación en los órganos de dirección y silenciar esencialmente la expresión de clase de los trabajadores. No es aceptable que la propia OIT cree condiciones de monopolización antidemocrática de la representación de los trabajadores en sus propias instituciones.
Ni la historia de nuestra Federación, ni el papel y la talla de los sindicatos miembros de la FSM, justifican ni permiten que se siga dando ese trato.
https://www.wftucentral.org/reunion-a-distancia-entre-la-fsm-y-el-equipo-de-transicion-de-la-oit/?lang=es